Cuando todo parecía que Atlético Tucumán se llevaba por 2 a 0 el encuentro ante Lanús en su casa y en el día de su cumpleaños número 107, el Grana, con uno menos, se lo empató 2 a 2. Para el Decano marcó un doblete el paraguayo Fabio Escobar, uno de ellos de palomita. Los dos de Zubeldía fueron de Hoyos y del Kily Peralta de cabeza, a lo Messi en la final de la Champions. La amargura del Chulo Rivoira, DT del local, quedó a la vista.
La tiene bien Sebas Blanco, hasta que lo echaron...
60 minutos con uno menos por expulsión de Blanco. 0-2 abajo. Dominio total de su rival. Todo eso tuvo en contra el Grana de Luís Zubeldía para poder remontar una historía de utopía, jamás imaginadas con un desenlace semejante. Lanús encontró con vergüenza futbolística y ganas de no perder, dos goles que le posibilitaron traerse un gran punto a Buenos Aires, el famoso "puntazo".
Atlético tuvo un ritmo demoledor desde el inicio porque a los 20 segundos de partido lo tuvo Pereyra pero su cabezaso fue imperfecto. El Decano estaba de fiesta por su aniversario 107 desde su fundación allá por 1902. Nada mejor que estar en la primera división dle fútbol argentino, jugando contra uno de los mejores del semestre pasado y ante el público local tratar de llevarse el encuentro. El plan arrancó a la perfección, ya que en la primera etapa tuvo el control de la bocha y las situaciones de peligro, pero no llegó a romper el arco de Caranta. Lanús era un desconcierto porque a los 38 de esa mitad se iba a ir expulsado Blanco, uno de los valuartes más importantes de este Lanús que jugaba sin Salcedo, que ponía al pibe Menéndez y que ahora respaldaba su juego en lo que pudiera hacer Eduardo Salvio. Padeció el hombre de menos el Grana. Atlético no le daba respiro alguno, mantenía un ritmo bárbaro que seguiría en el inicio del complemento.
Persevera y triunfarás dice el dicho y por eso se abrieron las puertas del gol para los del Chulo Rivoira. A los 14, un centro desde la derecha para que el paraguayo Escobar, sin marca alguna, clavara una palomita bárbara al segundo palo de Caranta y marcar el 1 a 0. A los 27, una gran jugada de Longo por izquierda con autopase incluído, llegó hasta el fondo, mandó la pelota hacia el medio y llegó nuevamente Fabio para conectarla de zurda al medio, se le escapa al 1 Granate y termina de pasar la línea de gol. Ya era un 2 a 0 inapelable, nadie podía decir que era injusto el triunfo del Decano.
Pero, los partidos son de 90 y pico de minutos dicen varios especialistas modernos de nuestro fútbol. Lanús lo fue a buscar de puro atyrevimiento, como quien no quiere la cosa, fue encontrando algunas chances escasas que lo motivaron a atacar. Y fue así que a los 35, a la salida de un tiro de esquina, Hoyos, detrás de todos los players, conectó un enorme cabezaso que se coló por el segundo vertical que custodiaba Lucas Ischuk. Y en tan sólo 7 minutos más alcanzaría el empate. Un gran centro de Fritzler desde tres cuartos de cancha a la altura del segundo palo, para que el Kily Peralta, casi tirándose horizontalmente como Messi en la final de la Champions League ante el Manchester, conecte con su parietal izquierdo el segundo gol del partido, cambiándole la bocha al arquero de un poste al otro. Un verdadero golón, que rozó en el 1 tucumano pero que no le alcanzó para desvíar la alegría de todo Lanús.
El Grana festeja un punto impensado, porque el Decano guardaba serpentinas para el final, para que la celebración sea completa, sin embargo, el visitante fue subestimado y se terminaron llevando una gran lección de que hubo mucho ruído y pocas nueces. Los de Zubeldía fueron oportunistas... del gol.
Atlético tuvo un ritmo demoledor desde el inicio porque a los 20 segundos de partido lo tuvo Pereyra pero su cabezaso fue imperfecto. El Decano estaba de fiesta por su aniversario 107 desde su fundación allá por 1902. Nada mejor que estar en la primera división dle fútbol argentino, jugando contra uno de los mejores del semestre pasado y ante el público local tratar de llevarse el encuentro. El plan arrancó a la perfección, ya que en la primera etapa tuvo el control de la bocha y las situaciones de peligro, pero no llegó a romper el arco de Caranta. Lanús era un desconcierto porque a los 38 de esa mitad se iba a ir expulsado Blanco, uno de los valuartes más importantes de este Lanús que jugaba sin Salcedo, que ponía al pibe Menéndez y que ahora respaldaba su juego en lo que pudiera hacer Eduardo Salvio. Padeció el hombre de menos el Grana. Atlético no le daba respiro alguno, mantenía un ritmo bárbaro que seguiría en el inicio del complemento.
Persevera y triunfarás dice el dicho y por eso se abrieron las puertas del gol para los del Chulo Rivoira. A los 14, un centro desde la derecha para que el paraguayo Escobar, sin marca alguna, clavara una palomita bárbara al segundo palo de Caranta y marcar el 1 a 0. A los 27, una gran jugada de Longo por izquierda con autopase incluído, llegó hasta el fondo, mandó la pelota hacia el medio y llegó nuevamente Fabio para conectarla de zurda al medio, se le escapa al 1 Granate y termina de pasar la línea de gol. Ya era un 2 a 0 inapelable, nadie podía decir que era injusto el triunfo del Decano.
Pero, los partidos son de 90 y pico de minutos dicen varios especialistas modernos de nuestro fútbol. Lanús lo fue a buscar de puro atyrevimiento, como quien no quiere la cosa, fue encontrando algunas chances escasas que lo motivaron a atacar. Y fue así que a los 35, a la salida de un tiro de esquina, Hoyos, detrás de todos los players, conectó un enorme cabezaso que se coló por el segundo vertical que custodiaba Lucas Ischuk. Y en tan sólo 7 minutos más alcanzaría el empate. Un gran centro de Fritzler desde tres cuartos de cancha a la altura del segundo palo, para que el Kily Peralta, casi tirándose horizontalmente como Messi en la final de la Champions League ante el Manchester, conecte con su parietal izquierdo el segundo gol del partido, cambiándole la bocha al arquero de un poste al otro. Un verdadero golón, que rozó en el 1 tucumano pero que no le alcanzó para desvíar la alegría de todo Lanús.
El Grana festeja un punto impensado, porque el Decano guardaba serpentinas para el final, para que la celebración sea completa, sin embargo, el visitante fue subestimado y se terminaron llevando una gran lección de que hubo mucho ruído y pocas nueces. Los de Zubeldía fueron oportunistas... del gol.
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