1 de julio de 2010

Síndrome Messi

La imágen de decenas de publicidades, la cara visible del Barcelona, el hombre que usa la 10 que heredó de Diego y de Ortega, entre otros. Ese es Lionel Messi, que con sólo 23 años se da el lujo de estar en el segundo Mundial con la Selección Argentina, pero con distintos factores externos y con un presente mucho más generoso para con él.



El crack rosarino nacido futbolísticamente en el club catalán, es el eje del juego de este equipo de Maradona que atraviesa una fase clave, los cuartos de final. En ese camino a superar está Alemania y sin dudas Messi es el que contagia, el que transmite dentro de la cancha el juego que quiere Diego y que él mismo elige.

Fue el que se quedó tirado, como aquél nene que era (19 años), cuando no pudo entrar contra los alemanes en el 2006. Los penales estuvieron del lado de Lehman y Messi fuera de la cancha. La Pulga fue el epicentro de las críticas en aquellas eliminatorias por no mostrar en el seleccionado todo lo bien que hacía su labor en Barcelona. Lionel está claro, les va tapando la boca de a poco a muchos, en los cuales me incluyo, pero en el mejor sentido de la frase. Era muy fácil caerle al "talentoso" antes que a los demás. Los resultados no se daban, había que "hacer cuentas" y era increíble que el hombre del momento no nos rescatara de esa situación. Pero no por querer que no juegue así Lionel, al contrario, por desear desde
lo más profundo que el mejor jugador del Planeta lo podamos disfrutar con la camiseta Albiceleste. Da tanto orgullo ver que cada vez que agarra la pelota entre sus pies, puede salir con cualquier cosa. Y te emocionás, y me emociono al verlo jugar cada día un poquito más en el equipo argentino. De menor a mayor, paso a paso, Lionel cumple con su cometido, y nos llena los ojos de fútbol.

Está claro que para que Lio le saque lustre al césped de cada estadio sudafricano necesita de un socio en el mediocampo. Una persona que le haga simple la tarea, que lo deje mirar solo hacia adelante, que reciba la pelota redonda y pueda encarar con comodidad. Messi se fastidia y hace su labor duplicada si tiene que bajar demasiado en busca del balón. Una cosa es bajar para mostrarse como opción de pase, y otra muy diferente es tener que ir a buscar la pelota al rival o aun compañero que no sabe que hacer con ella. El oficio de socios lo tienen pocos: Di María, es uno de los que más se esperaba y que poco pudo hacer en la versión de atacante. No se pudo unir ni enlazar con el 10 para desequilibrar de lo lindo como en alguna oportunidad lo han hecho. Lo bueno es que sabemos que eso puede ocurrir y seria bueno conservar a Ángel en cancha porque da la sensación de que junto con Tevez y el Kun, son los pocos que pueden moverse similar a su velocidad de despliegue. El resto observa la magia.

Otro de los compinches puede ser Pastore, que cada vez que ingresa le da un baño de oxígeno al equipo. El ex integrante del Huracán del Tiki Tiki sabe de lo que quiere Messi, por eso ejecuta a la perfección combinaciones dignas de dos conductores con diversas características pero con las mismas ganas de divertirse ante los adversarios. Y el último de estos amigos de Lio en cancha es la Bruja. Verón, de una capacidad de pase majestuosa, con la Jabulani o Jobulani (nueva pelota) incluso, es el hombre que resuelve desde el medio para los de arriba y le saca obligaciones a Lionel. Un tipo experimentado con bastas presencias en mundiales y con una aptitud de resolución de situaciones realmente envidiable. Y Messi comparte vivencias con el 8 argentino, se chocan los puños antes del inicio de cada encuentro y la Pulga arranca a divertirse con una espalda detrás enorme que le ofrece la Bruja y en sí su propia carrera que le ha dado la gloria en España en todas las dimensiones posibles.

Lionel Andrés Messi es: majestuoso. Es de esos juguetes de edición limitada, que se agotan antes de que los puedas llegar a comprar. Por suerte, recién tiene sólo 23 años. Parece de 30. Parece mentira, por las historias que ya vivió. Porque ya vive su segundo mundial con una seguridad total haciéndose mandamaz de un equipo que necesita de este síndrome, que es una inyección de fútbol vital y asombrosa que no termina de explotar. Alemania es el próximo objetivo, con un socio en la cancha, 90´ de vida para Argentina se le hacen más simple a la Pulga que sólo precisa de estar con la Redonda, esa que alguna vez en Rosario, lo vio crecer como crack.

Messi quiere quedar en el recuerdo de la Argentina. Hasta tuvo la cinta de capitán líder del equipo, un conjunto que lo respalda y se siente seguro de lo que puede hacer en cancha. Faltan adjetivos para definirlo: joven, habilidoso, talentoso, mágico, escurridizo, pícaro, contundente, perseverante y por sobre todo una gran tipo dentro de su metro 69. Lionel es el hombre detrás de la pelota, jamás el por delante de ella, todo un caballero del fútbol mundial y así como Díos es argentino para muchos, el Messias también lo es. El presente le da el guiño perfecto para desplegar su mayor repertorio. Ese mismo que alguna vez toco la Orejona, dentro de unos días lo deposite en la final de la Copa del Mundo.

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