6 de abril de 2010

13: Arma de doble filo

Muchos suelen decir que el trece suele ser en la jerga "la yeta", la mala suerte o como quieran denominarlo. Pero otros aventureros deciden afirmar a viva voz que este número suele dejar varias alegrías en experiencias personales y/o grupales. Arranca una nueva fecha, en este caso entre semana, será la 13º de este clausura 2010.

Los números acorralan a varios, a técnicos, a equipos y a la gente misma. Muchos piensan como llegar a fin de mes, incluidos los del buzo que suelen dar indicaciones en los partidos, porque las realidades le dan déficit dentro de la cancha, entonces apelan a sus últimas cartas, pensando en lo irreversible, o en el milagro. Ya hubo uno que se dio cuenta Cholo de su mal desempeño intercambiando fichas constantemente y decidió hacer las valijas con destino europeo, un viaje que le refrescará ideas a su imparable corta trayectoria como cabeza de grupo, en donde consiguió grandes cosas, pero quedó en el recuerdo por otras muy pobres. Hay un Negro y un Chueco al borde del abismo, mientras algunos hablan del tal Ramón y de un Mellizo, ellos intentan sacar adelante los dos Titanics mas grandes que ha dado nuestro fútbol. Pero para lograrlo se necesita de una infraestructura armada, de algo que sostenga ese intento de salvar lo que ya se hundió. Un respaldo que en fin, le permita salvar lo poco que queda y mirar hacia adelante con otros ojos, con otros objetivos. Pero ya no hay grúas, no hay material, no hay factor humano que les permita resucitar y poner de nuevo de pie a dos gigantes adormecidos, entonces apelan a los semidioses, o a inexpertos que se deben jugar la vida obligadamente casi como un héroe de guerra, llevando la bandera en su poder sin saber adonde ir, para donde patear, o que es lo que debe hacer.

Además, se suma el atenuante que estos dos gigantes se acercan cada vez con mayor decisión a un nuevo precipicio, donde allí no hay salvación que valga, sólo se puede con los resultados. Esas dos plazas que por año se hunden en los mares de la B ya no parecen estar tan lejanas y desaparecidas como antes, y mucho menos esos dos asientos que te hacen combatir a muerte con dos batallones de 11, provenientes de un rango menor que quieren arrebatarles su lugar, para lograr un ascenso de categoría.

Y en esa lucha hoy marcha hacia abajo un Decano que no pudo establecerse como doctrinario de un buen juego y un Funebrero que hay veces que se escapa y en otras se entierra su propia fosa. Pero aún les queda un largo camino de siete batallas, donde la suerte puede jugarles una buena pasada. En otra situación, quizás menos comprometedora se encuentran dos Academias y un Lobo poco feroz, que ruge cuando le da la gana. La de Rosario parece querer graduarse con los pibes como abanderados absolutos de un nivel sumamente destacable, por entrega, sacrificio y valor colectivo. La de Avellaneda suele balbucear intenciones de lo grande que es como institución, pero en pocas prospera en esos intentos por cambiar la cara de la moneda.

Para el Diablo el 13 puede ser su gran número. Una cifra que le permita estirar diferencias, alejarse del resto, mostrar quien es el que manda en estas situaciones supersticiosas y sonreír con mayor tranquilidad en la cima. Con sus guerreros preparados, el pelotón de Gallego buscará en esta seguidilla de enfrentamientos ser el más regular, terminar de demostrar que no es casualidad su liderato y que posee las herramientas necesarias para crear una linda epopeya.

Algunos tirarán las cartas sobre la mesa, para consolidarse, para salvarse o bien parta huir de zonas indeseables. A algunos les va a salir bien, a otros regular y al resto demasiado mal. No hay margen en una fecha que marca con su número ser la eterna pesadilla, donde confiarse es un gran pecado y otro peor es que el Diablo lo aproveche...

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