¿Quién dijo que a Delpo le es más duro jugar en canchas lentas? 22 meses después de su último torneo en arcilla, conquistó el ATP 250 de Estoril, nada más y nada menos que ante Fernando Verdasco, número 2 del torneo. La Torre de Tandil queda preclasificado para Roland Garros. Un crack está de vuelta.
Pasó mas de un año y diez meses para que Juan Martín volviera a pisar el polvo de ladrillo de cualquier torneo del Mundo. Con un 2010 que lo mantuvo "parado" por lesión, el argentino retomó los certámenes en superficie lenta. La sede del regreso, Estoril, en Portugal. Cedió un sólo set ante el brasilero Souza en primera rueda. Se sacó de encima a Alejandro Falla, despachó con certeza a Soderling, pasó a un entonado Pablo Cuevas en semifinales, y en la definición, se veía las caras con uno de los mejores exponentes de arcilla, Verdasco. Un partido duro por donde se lo mire.
Tanto el tandilense como el español arrancaron con sendas rupturas del servicio ajeno, dejando el marcador 2-1 para Delpo, con la posibilidad de ampliar con el saque propio a un 3-1 aliviador en el arranque del match. Y así lo trabajó Juan Martín, que salvo ese quiebre inicial, no volvió a ofertar chances hasta el final del encuentro. Verdasco tuvo puntos tremendos con su golpe mas importante, la derecha (es zurdo) pero así como conectó grandes puntos tras un desgaste importante para lograrlos, cometió una buena cantidad de yerros que le impidieron tener un tenis fluido y batallador, al menos en lo que al marcador respecta. Porque con la solidez del servicio, Del Potro se acomodó rápidamente con un 6-2 en su haber, basándose en acortar los puntos, ser preciso con la ejecución del saque, lastimar con la derecha y volear cuando fuese necesario. En tanto, Fernando se vio con los circuitos de su tenis desconectados, como una bomba que fue fácil de desactivar para el argentino, sin permitirle ser un parámetro válido para su nivel tenístico que viene en alza y con una constancia fantástica.
Para algún detractor del argentino. Hoy Delpo dio claras muestras de la madurez que atraviesa en lo físico, en lo técnico y en lo mental. Con el equipo que lo acompaña, comandado por Franco Davin (primer finalista argentino en este torneo en la inauguración del mismo, en 1990), hacen que hoy el tandilense esté en impecables condiciones para afrontar la seguidilla de canchas lentas, tras un parate determinado por él, para arribar a estos torneos de la mejor manera posible.
En el segundo parcial, se repitió la temática. Delpo aprovechando al máximo su primer servicio (73% en todo el match), siendo punzante con su derecha, y capitalizando cada inestabilidad ofrecida por Verdasco. El madrileño no tuvo opciones de quiebre a favor y sí le dio a Juan 2 posibilidades que aprovechó al 100%. Tomando otra vez distancia en el encuentro, algunas gotas empezaron a caer en Estoril, pero no pasó a mayores. Igualmente, Del Potro apretó el acelerador, no quería mas desgaste físico, le había costado con Soderling los puntos largos, lo lógico ante tamaña ausencia en estas pistas. Pero, así y todo, con el pedal apretado a fondo por el argentino, el español tuvo una opción de ruptura que no efectivizó en el servicio para campeonato de La Torre, que revirtió el asunto y conquistó un nuevo titulo, firmando el parcial en un 6-2 claro y contundente.
Es un nuevo trofeo para Juan Martín que le hizo morder el polvo a Verdasco en 1:15 horas de juego. Sabiendo todo lo que viene, este es un inicio soñado para el hombre que es pupilo de Davin, que le habrá inculcado que este torneo es tierra de argentinos (ganaron 5 en los últimos 9 años), que se podía empezar con el pié derecho, y él lo ejecutó a la perfección. Sumó su noveno título y entra como preclasificado a lo que será la máxima cita en esta superficie, Roland Garros. Tiene todo para sumar Delpo, porque en el 2010 no jugó nada por estos meses, y eso alimenta la ilusión de un año prometedor.
22 años para un Torre que sigue creciendo y que a partir de mañana será el 29º del Planeta Tenis. Viva Juan Martín. Viva su vuelta. Viva el Polvo que lo hace renacer. En fin, que viva Juan Martín del Polvo.
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