El cariño que le tomé a uno de los exponentes más importantes de la historia del fútbol data de no tanto
tiempo. No sentía este sentimiento años atrás. No me pasaba querer, desear, anhelar que gane todo, hasta en las competencias más íntimas de su vida, que sea un ganador. Aunque, ya lo es por sí sólo, porque es capaz de ser tapa de todos los diarios y revistas del Planeta, que todo el Mundo quiera su camiseta, saludarlo, tomarse una foto, darle su palabra de aliento. Y ahí está él, dispuesto a convivir con todo eso. Y no sé que cambió en mí para empezar a quererlo, a aplaudir cada golazo y a quedar embobado cual niño que ve su juguete favorito
Mi amor por Messi va más allá de ser argentino. Fue un vendedor que se encargó de convencerme de que tengo que comprar todo lo que me vende. Me vende ser humano, ser padre, ser hijo, y ser amo y señor de la cancha cada vez que la pisa. Me vende un bajo perfil, me retrata una vida tranquila dentro de una vorágine tremenda que cualquier otro terrestre sería incapaz de sobrellevar como Él lo hace. Marca la diferencia desde su simpleza, desde su prestancia para afrontar todo: viajes, comerciales, notas, compromisos sociales o benéficos, partidos. Ser Messi no es fácil, y mucho menos sostenerse en ese andar.
Mi amor por Messi escapa cualquier maniobra realizada en cancha, a cualquier funcionalidad dentro de un sistema táctico empleado por Tata Martino o Alejandro Sabella, pasa por otras cuestiones. Por ser elegante en su vida privada, por ser marido, por ponerse a cocinar teniéndolo todo, porque tiene con qué ser ejemplo en un montón de cuestiones que lo hacen adorable y admirable. Pero si de fútbol se trata, Él te puede convencer de que los records están para romperse, los premios para ganarse, los goles para hacerse, los elogios para recibirlos, los balones de oro para coleccionarlos y que su vida futbolística pareciera inoxidable. Su visión de juego son capaces de poner en jaque al Mundo esperando su certera resolución, con un pase magistral, con una definición lujuriosa o con un sombrero al defensor más duro de todos. Messi tiene todo: gambeta, velocidad, precisión, inteligencia, lectura, ritmo, pausa, juego, solidaridad, compromiso, talento, magia, o lo que sea que se pueda expresar con la esférica, Él lo puede hacer.
Mi amor por Messi no es desde purrete en Newell´s o desde sus primeros pasos en Barcelona. Mi amor es contemporáneo, no tanto como su hat-trick en el Bernabéu, pero sí data de pocos años. Entendí a Messi, saqué mis prejuicios a un lado, comprendí cómo es vivir en sus piés, de alguna manera, creyendo en lo que dice y en lo que hace. Coroné cada uno de sus triunfos y lamenté las pocas derrotas que alguna vez este ganador ha tenido. Porque más allá de todos los que duden de su entereza, de sus ambiciones y de profesionalismo por no cantar el himno, Él es mucho más que cualquier agravio. Es más grande que todo y que todos, en sus 1,69mts.
Mi amor por Messi quiere que gane el Mundial, para Él mismo, lo merece más que cualquiera y así eliminar los últimos fantasmas que rondan sobre su ser, porque pareciera que esa es la prueba de fuego que debe superar para ser un grande de la historia, aunque no sea así. Nadie es amado en todo el Planeta, es muy difícil lograr un consenso global, pero Lio está logrando eso, desde su humildad y talento, desde su furia y precisión en cada arranque en velocidad, desde cada pelota clavada en el ángulo, desde cada penal perfectamente pateado, tiro libre o jugada en movimiento, desde cada pase bien devuelto, cada pared, gambeta, destello de luz en un fútbol iluminado por su persona, desde sus declaraciones y su caminar por la vida como si todo fuese natural, que la efervescencia le pasa cerca, pero no lo afecta. Perdón Lionel, por haberte juzgado sin conocerte en un tiempo en el que no supe valorarte. Hoy sé la clase de jugador que sos y lo capaz que sos. Como persona se trasluce en su transparencia todo lo que es.
Hace Lio, lo seguirá haciendo, y seguramente su revoloteo no deje títere con cabeza, pero dejará a mi corazón enamorado y a los corazones del Planeta entero apasionados por su fútbol para siempre, para Thiago y para los que vendrán después y entenderán de lo que se trata, este amor por Messi.